Guía para el amo de casa vago-súper vago

Guía para el amo de casa vago-súper vago

Si pasas horas en tu puesto de trabajo, pierdes el día yendo de un sitio para otro, estudias y tienes niños, estarás de acuerdo en que la única manera sensata de tener tu casa limpia es contratar a alguien para que lo haga en tu ausencia, preferentemente a un miembro de los GEOS. Pero con lo cara que se ha puesto la vida ¿quién puede plantearse una solución así? Hoy compartiré con vosotros algunos de los trucos que recurro para hacer que mi casa parezca más limpia y ordenada… sin limpiar y ordenar en realidad.

No es la primera vez que lo digo ni la última que lo diré: para mí las labores del hogar son tan interminables como las telenovelas latinoamericanas e, igualmente, están plagadas de momentos melodramáticos, gritos, gemidos y, mi recurso favorito, llantinas descontroladas.  Admiro profundamente a las madres de antaño, quienes siempre tenían todo como los chorros del oro, ordenado y en perfecto estado de revista. Y de verdad. Jamás las pillabas en un renuncio, ni siquiera abriendo a traición un cajón encontrabas una cuchara fuera de su sitio.

Sin embargo, yo no doy abasto y cuando vuelvo a casa del trabajo sólo me da tiempo a perpretar la cena y a poner una lavadora detrás de otra. Esta misma mañana me he levantado y he pensado que estaba otra vez el día nublado. Pero la triste realidad es que llevo meses sin tener en cuenta de que hay que lavar los visillos para que no se convierten en trozos grises de tela que no dejan pasar la luz. Y ¿qué me decís de la costumbre de nuestras madres de cambiar las sábanas una vez a la semana? Eso era antes, cuando la gente no se duchaba a diario, ¿no? Otras labores como limpiar el polvo, ordenar los armarios, limpiar las ventanas, etc. se me hacen tan exóticas como las expediciones científicas que se realizaban en el XIX. E igual de peligrosas.

Durante años me he hecho el firme propósito de que las cosas tenían que cambiar, de que tenía que esforzarme por ser un buen ama de casa o, al menos, por cambiar las toallas una vez a la semana. Me planteé algunos objetivos como mejorar o dejar de ponerme las gafas (la Ley de Amos de Casa Condenados al Caos dice que "la mierda que no se ve es mierda que no existe")… pero sin pasarse, no fuera a ser que terminara haciendo cosas como esta:

Al final he llegado a desarrollar una serie de truquillos que me permiten, sin mucho esfuerzo o, en otras palabras, sin dar ni golpe mantener mi casa en un estado más o menos aceptable. Y hoy los voy a compartir con vosotros haciendo un recorrido habitación por habitación.

La manera más eficaz para hacer limpieza general en tu hogar es mudarte cada tres o cuatro años.

El cuarto de baño.

Se trata de una de las habitaciones que más daño puede hacer a tu reputación como amo de casa. Y como persona que intenta vivir como un ser humano. Pero realmente tenerla presentable es mucho más fácil de lo que piensas. Con tres sencillos trucos parecerá que te has hecho adicto a Mr. Proper:

Truco Nº1.- Compra una bonita cesta y esconde allí todas las toallas sucias y también el felpudo de la ducha que lleva meses sin lavar. No te olvides de tu ropa interior (no queda bien tirada por el suelo).

Truco Nº2.- Arrastra esas prácticas toallitas limpiadoras que hay en el mercado por las superficies más visibles. En menos de dos minutos parecerá que limpias el cuarto de baño todos los días, tal y como hacían nuestras sacrificadas madres.

Truco Nº3.- Intenta no usar el baño cuando esperas visitas. O, mejor, no uses el baño nunca y hazte amigo del dueño del bar de la esquina y de su cuarto de baño.

Si llevas mucho tiempo sin comprobar qué hay en la cesta, ten mucho cuidado al hacerlo: será como abrir la caja de Pandora.

La cocina.

Si, como yo, usas la cocina a diario para dar de comer a una familia de cuatro miembros necesitarás la ayuda de un equipo de limpieza especializado en residuos nucleares (o en su defecto, a tu madre) para tenerla en perfecto estado de revista. Pero si te conformas con la mediocridad, como es mi caso, sólo necesitas tener en tu repertorio estos truquitos:

Truco Nº1.- Usa el lavavajillas como los magos usan el sombrero: para hacer desaparecer cosas. Una cocina en la que no hay cacharros sucios a la vista no es de por sí (en una amplia mayoría de los casos) una cocina sucia.

Truco Nº2.-  En este caso el truco de las toallitas limpiadoras también es bastante resultón. Pule un poco la superficie de la encimera (ya libre de cacharros) y ¡voilá!

De estas toallitas me gusta hasta el nombre.

Truco Nº3.-  El Truco Definitivo es labrarse una reputación como una cocinera prodigiosa y fabulosa y no dejar entrar a nadie en tu cocina, tu laboratorio, tu capilla, tu lugar sagrado...  El sitio donde haces tu magia debe ser ultra-secreto o, al menos, esa es tu excusa para cerrar la puerta y que nadie vea el caos que provoca tu ímpetu creativo.

El salón.

Nuestras madres eran realmente inteligentes y hacían uso de esta habitación sólo cuando venían visitas. La vida se hacía en otras habitaciones como el cuarto de estar o la cocina. Pero eso era ANTES, cuando no nos vendían ratoneras bajo el nombre de casas. Hoy en día, rara es la familia que cuenta con un cuarto de estar o una cocina que no parezca un pasillo y, desgraciadamente, todos tenemos que hacer uso del salón con todo lo que ello implica (en mi caso, migas de patatas fritas debajo del sofá, sillas con lamparones y la pantalla del televisor repletita de siluetas de manos muy pero que muy pequeñitas). Sin embargo, con el tiempo y la experiencia, he desarrollado una serie de técnicas con las que consigo aparentar delante de las visitas que mi salón está realmente limpio (siempre y cuando no se dediquen a pasar el dedo por las superficies como el mayordomo del algodón, claro).

Truco Nº1.- Las cestas, benditas cestas.  Mete en ellas cualquier cosa que esté por el suelo, juguetes, libros, revistas viejas, etc. Luego oculta todo ese caos bajo una bonita manta artísticamente doblada.

Truco Nº2:.- Nada aparenta más limpieza que oler a limpio y a cera para muebles. Usa cualquier spray de limpieza para muebles como ambientador. No hace falta que frotes ninguna superficie, simplemente rocía con el spray por acá y por allá.

Truco Nº3.- Existen en el mercado preciosas mantas que, bien colocadas, pueden ocultar un sofá cuya tapicería podría contener importantes pruebas de la existencia de la Sábana Santa si se le hiciese una prueba de Carbono 14.

Parece una manta para el sofá, pero en realidad es una capa de invisibilidad como la de Harry Potter.

Truco Nº4.- Hasta que tus hijos no alcancen la edad de cuatro años, mejor dales de comer y de cenar dentro de la bañera. Recoger los restos de la cena será tan fácil como aclarar bien con mucha agua.

El dormitorio.

Es una de las habitaciones más fáciles de limpiar porque, total, sólo la usas para dormir, ¿no? El único truco para conseguir que parezca ordenada es tener siempre, siempre, siempre la cama bien hecha. Pero no todo el mundo nos hemos podido pasar cinco años en la universidad estudiando ingeniería o arquitectura superior. Afortunadamente hoy en día contamos con ese grandioso invento que son los edredones, que sólo requieren que los coloquemos encima de la cama y ¡chimpum! Nada de complejos ejercicios aeróbicos para remeter tres capas de piezas de tela, nada de carreras alrededor de la cama para remeter todas las sábanas de una manera equilibrada y ¡sin necesidad de usar reglas, compases y otros instrumentos de medición para que todo quede bien!

Compra un edredón reversible y tendrás ropa de cama diferente durante más tiempo sin tener que hacer casi nada.

Otras habitaciones.

Cierra las puertas y nadie tendrá por qué enterarse de lo que realmente pasa ahí dentro, ¿verdad?

El jardín.

El jardín que menos trabajo da es el jardín que está solado. De nada.

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Este artículo lo ha escrito...

Rebeca Rus

Rebeca Rus (Madrid, 1974) es creativa publicitaria, escritora, columnista y responsable de la sección de cocina de la Revista Cuore. Es la autora de los libros "Sabrina:1-El Mundo:0", "Sabrina... Saber más...