Queremos ropa vintage, pero de verdad, de otros siglos

Queremos ropa vintage, pero de verdad, de otros siglos

Queremos ropa vintage, pero de verdad, de otros siglos

¿Te encantaría ir a una quedada de fans de Jane Austen sólo para ponerte un sombrero lleno de flores, pero vives en un pueblo de la Mancha, y por ahí esas cosas no se estilan? ¿Nunca sabes quién es quién en “Carlos, rey emperador”, pero te da igual porque tú a lo que estás es a ver el vestuario? Te entendemos, porque el auténtico glamour no está en el siglo XXI, con todas uniformadas gracias a Inditex. Y tampoco en la moda retro de hace 20 o 30 años y consistente en hacerte pagar más de 40 euros por vestidos que llevaba tu tía en la época de los guateques. Hablamos de moda vintage, pero de verdad.

Ahora bien, ¿es práctica la moda del pasado?, ¿merece la pena romperse un par de costillas y desmayarse en cuanto respiras fuertecito por culpa de un corsé muy apretado? Definitivamente, no. 

Pero no preocuparse, que tras una intensa búsqueda en Google imágenes, tengo la solución ideal. Se trata de elegir lo más práctico de cada época y usarlo en el momento idóneo.

Para el invierno, un vestido del Renacimiento Italiano, con sus dobles mangas, sus medias, sus terciopelos y sus brocados. Calentita y la mar de aristocrática:

Lo malo de vestirte como una Borgia es que te entran unas ganas locas de envenenar a la gente.

Si vives en un sitio helador, tipo Soria o Ávila, los ropajes del Renacimiento italiano no son lo más adecuado para ti. Cambia de país y opta por el Renacimiento inglés y español, porque con una gorguera bien gruesa no te resfrías nunca.

Durante el verano: una túnica ligerita griega. Y para esas noches frescas, en vez de llevarte esa rebequita que tu madre siempre te recomienda (¡por si refresca!) te echas por encima otro trozo de tela y ala, a vivir. Es un outfit cómodo, ligero y que favorece a todas. Porque los griegos inventarían la democracia, sí, pero también se dieron cuenta de que atar una cuerdecita bajo el pecho realza y oculta la barriga. No me extraña que pusieran las bases de la civilización occidental, eran gente lista.

¿Y para ellos? Pues a lucir pantorrillas de futbolista con faldita y coraza. Sí, ya sé que la coraza, cuando no hay ninguna guerra a la vista, es incómoda pero… ¿y lo macho que se siente cualquier hombre al llevar una coraza?

 

Y si ese cualquier hombre es Eric Bana, el termómetro de la masculinidad implosiona.

Para el resto del año, los hombres lo tienen fácil. La época del romanticismo inglés tiene el don de convertir a cualquiera en un auténtico caballero. Deberíamos reivindicar el uso indiscriminado del chaleco, el reloj de bolsillo y, ya que estamos, también de la chistera.

Y cuando toque acudir a algún evento, nada de plantarse unos vaqueros y una camisa negra como si fueras un actor que va a los Goya y pasa mucho de la moda ¡No! A mantener el glamour a tope con un frac:

 

En un bar te entran este mozo vestido con frac  y un mozo en vaqueros y camiseta y… ¿con quién te vas?, ¿eh?

El glamour de verdad está en el pasado y ansiamos ponernos un modelazo de reina porque, chica, vestida del siglo XV todas nos sentiríamos un poquito reinas.

En cuanto a las féminas... Niñas de 18 años, dejad a un lado los tacones de Blanco y los vestidos entallados de Bershka. Cuando haya una ocasión importante (y quien dice una ocasión, dice salir de marcha un sábado) optad por algo más sofisticado. Y además cómodo, que te permite bailar hasta que no puedas más. El estilo flapper de los locos años 20.

Ya me están entrando ganas de bailar el charlestón.

¿Y para ir a la oficina? Una túnica griega es demasiado informal, va a parecer que te has vestido con una sábana y una cuerda de tender la ropa. El vestido renacentista es demasiado recargado, a ver quién se sienta en el metro con semejante falda… Para trabajar de 9 a 5, sobrevivir a un atasco y pese a todo mantener el glamour, nada como los años 50.

 

De Mad Men tomaremos el vestuario, no la costumbre de beber whisky en horas de trabajo.

Ahora estaréis pensando, ¿es que nada de lo que ya tengo en mi armario de ahora me va a servir?, ¿debo hacerme con un fondo de armario con túnicas para el verano, y vestidos de flapper para salir de marcha?, ¿el museo del traje estará dispuesto a vender sus existencias?

Tranquilidad, que no hace falta quemar todo nuestro armario. El siglo XXI ha hecho una importante aportación a la historia de la moda mundial: la ropa de estar por casa. Nada como ese pantalón de pijama del Oysho de hace tres temporadas para estar tirada en el sofá, además se parece lo suficientemente a un chándal como para poder bajar la basura con él puesto. Y eso, con un vestido del siglo XV, pues como que no.

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Este artículo lo ha escrito...

Estíbaliz Burgaleta

Estíbaliz Burgaleta (Tudela, Navarra, 1976) en otra vida será bailarina de ballet clásico, será grácil como una pluma y tendrá oído musical. Pero en esta vida es guionista, cortometrajista y... Saber más...